En nuestra anterior entrada conocimos un poco más la importancia del dedo pulgar. Para complementar dicha publicación, nos centramos en una patología que afecta al mismo.

La rizartrosis, o artrosis del pulgar, es un proceso degenerativo artrósico de la articulación trapeciometacarpiana que se caracteriza por el deterioro progresivo del cartílago, la aparición de pinzamiento articular progresivo, formación de osteofitos e incluso subluxación articular.

Es una patología muy frecuente en el mundo de la traumatología laboral, en pacientes con trabajos manuales repetitivos y, especialmente, en mujeres postmenopáusicas.

El síntoma que con mayor frecuencia motiva la consulta es el dolor difuso en la base del pulgar que irradia hacia el antebrazo y que está producido por determinados gestos o maniobras, como abrir una botella, girar una llave, escurrir un paño, abrochar un botón o coser.

En otras ocasiones, lo que lleva a consultar al paciente es la deformidad del pulgar acompañada de su incapacidad funcional. Estos son ya casos evolucionados en los que el dolor es menos intenso al estar ya la movilidad articular muy disminuida por la anquilosis de la articulación. En esos casos, una muy buena opción de tratamiento quirúrgico es la implantación de una prótesis trapeciometacarpiana.

Recientemente hemos tenido muy buenas sensaciones con una prótesis de cúpula roscada, un concepto diferente e innovador con respecto a lo existente hasta ahora en el mercado.