Los monocitos son un tipo de glóbulo blanco o leucocito perteneciente al sistema inmunológico innato. De hecho son los leucocitos de mayor tamaño en la sangre periférica y representan aproximadamente el 2-10% de todos los leucocitos circulantes.
Se producen en la médula ósea a partir de las células madre hematopoyéticas y desempeñan funciones esenciales en la defensa del organismo frente a infecciones e inflamaciones, en el mantenimiento de la homeostasis y en el desarrollo y la reparación de los tejidos.

Los monocitos y los macrófagos son los primeros en responder a daños en los tejidos y son necesarios para iniciar con éxito el proceso de la regeneración tisular
a través de la liberación de citoquinas y factores de crecimiento (como la IL-1, IL-6 y TNF-alfa), que regulan la respuesta inmune e inflamatoria.
A nivel del sistema musculoesquelético los monocitos realizan las siguientes funciones:
- Regulan la angiogénesis (ramificación capilar a partir de un vaso existente) y la arteriogénesis (aumento del diámetro de los vasos)
- Reciclan productos oxidados del líquido sinovial, tales como el ácido hialurónico y la lubricina, a través de la fagocitosis.
- Pueden diferenciarse en osteoblastos y promover la formación y remodelación ósea. También producen la proteína BMP-2, favoreciendo la diferenciación osteogénica de los precursores mesenquimales.
- Liberan IGF-1 que estimula a las células satélite (células madre musculares) y favorecen la transición epitelio-mesenquimal para la reparación de la matriz lesionada, por ejemplo en los tendones.
Esta terapia consiste en extraer de la sangre del paciente las células mononucleares con potencial regenerativo (monocitos) a través de un proceso de filtración selectiva por gravedad en un sistema estanco que elimina las células rojas y reduce significativamente los granulocitos con actividad proinflamatoria.
A diferencia de lo ocurrido en otros tratamientos, aquí no se realiza centrifugado de la sangre, evitando de esta manera el estrés celular.
Por realizarse en un sistema de circuito cerrado reduce al mínimo los riesgos de contaminación.
Es un procedimiento rápido, reproducible y versátil, con aplicación en numerosas indicaciones clínicas. Por ejemplo, tras cirugías de menisco y de ligamentos, como el LCA, se usa para acelerar el proceso de recuperación, favoreciendo la cicatrización tras sutura meniscal o la integración y maduración de la plastia ligamentosa.
También lo utilizamos con mucha frecuencia en las lesiones musculares, para acelerar su cicatrización y evitar la formación de fibrosis muscular, y como tratamiento coadyuvante de lesiones osteocondrales para favorecer el proceso regenerador del cartílago.
La TERAPIA CON MONOCITOS sanguíneos es muy novedosa y tiene la ventaja de que puede realizarse de forma ambulatoria en nuestras consultas.
No es necesario que el paciente se encuentre en ayunas. Se suele aconsejar al paciente que realice una ingesta suave 1 hora antes para evitar mareos o hipoglucemias en el momento de la extracción de sangre o la infiltración. También recomendamos beber abundante agua para facilitar dicha extracción.
La semana antes del tratamiento se recomienda no tomar antiinflamatorios no esteroideos (como el ibuprofeno y similares) y previamente a la infiltración habrá que retirar los tratamientos anticoagulantes (sintrom, heparina, NACO) según la pauta específica establecida para cada uno de ellos.
En primer lugar se extrae la sangre al paciente como para un análisis rutinario, entre 60 y 120 ml. Esta sangre es procesada en un sistema cerrado estéril que filtra selectivamente por gravedad las células mononucleares (mediante membranas inteligentes e intercambio osmolar) evitando así las células inflamatorias.
El proceso puede durar entre 30 y 45 minutos. Se realiza en condiciones de estricta asepsia y con anestesia local superficial. Utilizamos con frecuencia ecógrafo de alta resolución para la aplicación del concentrado de monocitos obtenido en la zona patológica a tratar, para garantizar una máxima eficacia. En ocasiones la terapia con monocitos se realiza mientras se hace un tratamiento rehabilitador o una artroscopia; ambos son compatibles en el tiempo y potencian su efectividad.
Para patología articular y lesiones tendinosas se suele indicar una única infiltración. Es posible infiltrar varias articulaciones en una misma sesión.
Tras la infiltración no es necesario inmovilizar la articulación tratada. Se recomienda sólo reposo relativo de la zona y reposo deportivo durante unos días. Se pueden realizar actividades suaves y trabajos sedentarios.
En caso de necesitar tomar analgésicos recomendamos el paracetamol y evitar los antiinflamatorios (AINES) para no interferir con el proceso de regeneración tisular.
Las complicaciones con esta técnica son mínimas, muy poco frecuentes y en relación con el propio pinchazo. Al realizarse con la propia sangre del paciente no existe posibilidad alguna de rechazo.
En resumen podemos decir que es una terapia efectiva y segura para múltiples candidatos:
- Pacientes con lesiones o patología osteoarticular, muscular o tendinosa que le limite para sus actividades de la vida diaria o su actividad física o deportiva habitual, o bien quieran prevenir patología degenerativa de mayor gravedad.
- Especialmente indicada en artrosis de pequeñas articulaciones.
- Pacientes con patología musculoesquelética en los que hayan fracasado otros tratamientos médicos, rehabilitadores u otro tipo de infiltraciones.
- Pacientes que quieran una alternativa a una intervención quirúrgica o médica mayor.
- Pacientes que ya hayan sido sometidos a una cirugía meniscal, ligamentosa, condral o tendinosa y quieran acelerar y mejorar su recuperación.